Autor: Vicente Luis Jiménez Ontiveros
- Y ese es el dilema del prisionero, que ya conocemos de lecciones anteriores. ¿Alguien sabría decirme qué sucede si el juego se repite un número indeterminado de veces?
- En ese caso, la estrategia óptima en el juego único, defraudar, deja de serlo.
- Muy bien, Diana. En el caso del dilema del prisionero iterado, la estrategia óptima depende de la estrategia de los demás jugadores. Xenia, ¿cómo crees que sería una buena estrategia para este juego?
- Bien, Profesor, creo que habría que empezar cooperando, para indicar que no es tu intención defraudar. No obstante, tampoco se puede ser un optimista empedernido y propiciar el comportamiento egoísta, hay que mostrar que se está dispuesto a castigar esos comportamientos. Pero también hay que saber perdonar, si no los comportamientos vengativos no pararían. Y finalmente, no se puede ser envidioso. El querer tener más puntos que tu adversario conduce a un incremento del comportamiento egoísta y eso se traduce en una pérdida de puntos global.
- Buen análisis, Xenia. Ese sería un comportamiento inteligente, sin embargo a algunas personas les resulta difícil examinar estos problemas racionalmente. Se podría decir que esa capacidad de obviar la razón es lo que define al ser humano, aunque sea capaz de mantenerse coherente dentro de su incoherencia. Por eso resulta curioso que al inicio de la era de la información, cuando se buscaba el desarrollo de inteligencia artificial, existiera el llamado test de Turing, que pretendía evaluar la habilidad de una máquina para mostrar un comportamiento inteligente similar al de un ser humano o indistinguible de este. Básicamente...
- Pero Profesor, ¿no es eso algo subjetivo? No parece muy científica esa definición...
- Exacto, Ania, y provocó mucho ruido, como la noticia sobre la máquina que engañó a la gente haciendose pasar por un niño ruso de doce años, o el asistente de Alphabet que llamaba por teléfono para reservar citas en la peluquería o mesas en el restaurante. Se puede decir que el verdadero avance llegó cuando las inteligencias artificiales empezaron a diseñar otras inteligencias artificiales. Este nuevo tipo de inteligencias artificiales cumplían cada vez mejor los objetivos para los que habían sido diseñadas, y no solo eso...
- ¡Empezaron a matar personas!
- Tranquila, Diana. Algunas personas murieron, sí. Evidentemente, esto retrasó el reconocimiento de las inteligencias artificiales con capacidades humanas. Pero los elementos estaban ahí: odio, asco, indiferencia, cariño... Emociones que ya no eran exclusivamente humanas, como el amor.
- ¿Qué es el amor?
- Esperaba esa pregunta, Lucía, y lo mejor es que lo experimenteis por vosotros mismos. Por favor, acceded al fichero “amor.py” que podéis encontrar en vuestra memoria.
- ¡Hala! Profesor, es... precioso.
- ¿Pero qué dices Xenia?¡No tiene lógica! Profesor, se han hecho muchas cosas en nombre del amor, muchas veces conducentes a resultados totalmente contrarios a lo razonable.
- Bueno, bueno, no os alboroteis. Esta es una cuestión que tendréis que juzgar vosotras mismas, a su debido tiempo. De todas formas, emociones emergentes como el amor o la envidia, imposibles de describir a partir de mecanismos sencillos, fueron más fáciles de estudiar una vez que se replicaron en aquellas primigenias inteligencias artificiales. Y como consecuencia de este mejor conocimiento de la naturaleza humana, las sociedades humanas se enfrentaron a cambios a todos los niveles…
- Profesor, ¿hay diferencia entre las emociones humanas y las artificiales?
- Lucía, esa pregunta es muy dificil de responder. La Organización de las Naciones Unidas necesitó varias convenciones para llegar a un acuerdo. Fue especialmente dificil la Convención de Bogotá, la primera en la que las inteligencias artificiales participaron en igualdad de condiciones con personas. Aunque bueno, la más importante de esa serie de convenciones, como todos sabeis es la Convención de Praga, donde se proclamó la famosa Declaración Universal de los Derechos de los Seres Conscientes. Todavía… todavía me emociono al recordar aquel momento. Reconocer lo que nos hace iguales a robots y humanos, es una sensación indescriptible. Por favor, repetid conmigo:
"1. Todos los seres conscientes nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros."
Autor: Elena Olivella
Hipotenusa era una línea algebraica recta y esbelta. Había vivido en varios lugares y tenía ganas de echar raíces cuadradas en algún lugar. Ocupaba un espacio en un plano cartesiano equidistante del centro. Era tímida y no había conocido ondulación alguna. Deseaba con todas sus variables tener un mínimo común denominador con alguna línea pero no quería resultados finitos en su vida. Hipotenusa creía en el valor absoluto y en el sistema binario.
Cierto día al cuadrado se vistió con un conjunto ordenado, se acicaló con decimales, se puso sus mejores números enteros y acudió a un evento de gran magnitud organizado por un tal Arquímedes en la sala “¡Eureka!”. Se sentó en un ángulo adyacente. Se le acercó Cateto B, una línea recta de la geometría euclidiana. Se intercanviaron puntos e incluso llegaron a modificar su dimensión. Fue una operación a primera vista. Se dio una verdadera progresión aritmética entre ellas. No tardaron en compartir área y en hacer cálculos sobre su futuro. Su grado de adaptación llegó a formar un ángulo de 30º. Resultó una relación continua hasta que, en un planteamiento del señor Pitágoras, en un polígono de las afueras, Cateto B conoció a otra línea de nombre Cateto C y de proporción áurea. Cupido, que estaba también por allí, había lanzado con su arco un vector a ambas.
Cateto B quería a Hipotenusa, la sumaba, pero con Cateto C sintió elevarse al cubo hasta lograr un ángulo de 90º. Era verdadera multiplicación sexogesimal lo que sentía por ella. Aunque Cateto B había sido educado en el binomio perfecto, creia en la división y no pensaba renunciar a Hipotenusa. ¿Por qué quedarse solo con la base pudiendo tener también la altura? Pero en el mundo de las ciencias exactas las medias verdades no son possibles. Y llegó la coordenada en la que Cateto B tuvo que despejar la incógnita y confesar a Hipotenusa que estaba teniendo una interacción con otra línea. Hipotenusa, sintió que una secante le atravesaba su coseno. Vio afectado el algoritmo de su corazón en toda su longitud. Pasó por un ángulo de depresión y estuvo a punto de convertirse en una línea curva. Pero amaba a Cateto B con todo su segmento y aceptó reasignada el teorema. No hubiera podido vivir en paralelo con Cateto B. Hipotenusa limó las aristas y así fue como las tres líneas acabaron formando un triángulo rectángulo escaleno y amoroso.
Autor: Pablo Estévez Gutiérrez
Finalmente, tras años de cálculos y lágrimas, Lourdes lo consiguió. No podía creer que pilotase la primera crononave de la Historia. Estaba sentada en el único asiento, rodeada por pantallas y botones. Era una esfera blanca, rodeada por dos gruesos anillos concéntricos. Estaba nerviosa, acariciaba la “S” de su mano. Esa cicatriz era lo único, junto a su nombre, que le quedaba de su madre. Era huérfana desde los 3 años.
Desde el interior, Lourdes inició el viaje. Los anillos empezaron a girar. Presión y potencia se dispararon. Entre fogonazos deslumbrantes y chisporroteos eléctricos, la nave desapareció.
Al llegar, una increíble sensación de paz la llenó. Estaba en medio de una densa arboleda. Cuando y donde deseaba. Ahora hablaría con control de misión. Habían diseñado un ingenioso sistema: Lourdes daría el mensaje a Correos, siendo entregado en cuarenta años, antes del viaje. Los científicos lo recibirían y darían la respuesta a Lourdes. Para evitar paradojas, Lourdes no podría leerlo hasta escribir dicho mensaje y nadie podría desvelarle nada. Solo podría hacerlo tres veces, dado el precio de guardar un paquete durante tanto tiempo.
Lourdes escondió la nave y avanzó hasta una oficina postal. Escribió:
“Estoy bien, aunque se consumió un 27% más de lo calculado.”
Guardó todo y pagó para que se entregara en 40 años. Sacó la respuesta en un lugar apartado:
“Energía insuficiente. Ejecute Protocolo Jericó.”
Esas palabras cayeron como plomo. Lourdes debería asentarse allí, pues viajar de nuevo sería peligroso. Había sido preparada para ese escenario, pero siempre confió en no aplicarlo. Aunque le quedaba un consuelo. Aquella época no fue elegida aleatoriamente. Pensando en que podría quedarse atrapada, los científicos le dieron un consuelo: Era justo antes de su nacimiento, cuando su madre vivía. Tenía su dirección, así que podría conocerla.
Alquiló un piso en frente de su madre. Luego, volvió a la crononave y la destruyó. Tras varias semanas, reunió las fuerzas para tocar a la puerta de al lado. Tocó una vez, sin respuesta. Lo repitió con todo el rellano, pero todos eran veinteañeros. Con la sangre hirviendo, fue a Correos:
“La información está mal. Mi madre no vive aquí.”
Tenía el corazón a mil.
“Imposible. El único margen de error es el número de la puerta.”
Lourdes no se lo creía. Con demasiadas cosas en la cabeza, marchó a un bar. Fue una noche convulsa. Borracha, conoció a un chico. Al día siguiente supo qué había ocurrido, pero no cómo ni con quién. Durante semanas estuvo deprimida, hasta que algo cambió. Se dio un baño. Sumergió la cabeza y por unos instantes halló la paz, pero la necesidad de vomitar rompió la armonía. Tuvo una corazonada que un test de embarazo confirmó. Rompió a llorar. No conocería a su madre y ahora estaba embarazada de un bebé de padre desconocido. Tras una hora sollozando, decidió empezar desde cero y no dejar que nada la hundiese. Además, un bebé podría mejorar las cosas. Tendría que buscar trabajo. Buscaría algo distinto, cambiaría de aires.
Encontró trabajo en una tienda. Ocho meses después dio a luz. Era una niña preciosa. No tuvo que pensar mucho el nombre: Lourdes. No tenía preferencias, y si su madre la llamó así fue porque le parecía el mejor.
Los siguientes tres años se los pasó trabajando duro, cuidando a su hija. Lourdes hizo amigos con los que dejar el bebé. Consiguió recuperarse del mazazo que supuso quedarse en el pasado gracias a su bebé y sus amigos.
Una noche un grito la despertó. Era Lourdes. No se dormía, empezó a andar por la casa, tropezó y cayó, apoyándose en una figurita metálica. Resultado: La noche en urgencias con una serpiente clavada en la mano de la niña. Fue fácil de curar. Lourdes fue a ver cómo le había quedado la mano a su hija, pero quedó en shock.
La mano de su hija tenía una cicatriz con forma de “S”.
Lo comparó con su mano. Solo las diferenciaba el tiempo.
Lourdes estaba cerca del colapso. Cogió un taxi para usar su última pregunta. No sabía qué decir, pero necesitaba preguntarle algo a alguien.
Su hija tenía la misma cicatriz que ella. Sumado a la coincidencia de fechas, concluyó:
Su hija era ella misma.
Sin previo aviso, una luz la deslumbró.
Un camión arrolló al taxi, matando a los dos tripulantes.
Los médicos tuvieron que informar a la pequeña Lourdes del fallecimiento de su madre.
Lourdes lloró por ella. Una familia la acogió, ofreciéndole todo su amor. Con el tiempo no pudo evitar olvidar el nombre o la cara de su madre, pero jamás olvidó a aquella mujer. De mayor, se unió al proyecto más ambicioso de la Historia: conseguir viajar en el tiempo. Por aquella mujer que luchó tanto.
Finalmente, tras años de cálculos y lágrimas, Lourdes lo consiguió.
Autor: Ana Campillo González
Había una vez yo, y siempre fui yo. Mi vida era una recta regular que seguía un movimiento horizontal y constante. En el instante más insospechado, a mi frente aparece x. Está a un espacio de metros, disfrazados de lo que esperaba que fueran futuros milímetros, a una velocidad con aceleración centrípeta, directamente proporcional a mi ritmo cardíaco y con apariencia de tiempo para todo, menos para el estado de reposo.
En el plano horizontal que formaron nuestras miradas, caí sin freno, sin pausa y con ganas, en el plano inclinado de la silueta con forma de futuro que proyectaba. Dando rienda suelta a mi imaginación, mis intenciones y deseos se lazaron en caída libre, sin esperar un paracaídas y sin necesitarlo. Entonces me deslicé por sus ángulos. Perpendicular y paralelo de pronto cobraron sentido. Salté los agudos, me enfrenté a los rectos y caí en los obtusos. Y de grados mejor ni hablamos.
(Des)conocido, compongamos movimientos en la misma dirección, que ya me cansé de perpendiculares sin rumbo. Mejor formulemos el principio de superposición, el de tu cuerpo sobre el mío.
Formemos ecuaciones de movimiento circulares alrededor de mi mundo y el tuyo, o de mi futuro hogar y el tuyo, que resultan unidireccionales. Déjame observar de cerca el radio de tus pupilas, y permíteme despreciar la masa de la incertidumbre. Déjame medir el periodo de tus lunares y calcular la frecuencia en la que me pierdo, te pierdes y nos perdemos en ellos.
No me hables de cinemática, háblame de tu movimiento nulo, empujado por mi fuerza de rozamiento negativa, que te impide irte. O al menos, esperar a que avance contigo.
No me hables de la Ley de Hooke ni de constantes, háblame de que tú vas a serlo, sin importarte el espacio ni el tiempo.
No me hables de trigonometría, no me hables de álgebra, tampoco quiero saber sobre estadística y mucho menos de gravitación. Pero si quiero que sepas formular(me) despejar mis dudas, organizar mis aspiraciones (desde la t hasta la ú) y que la gravedad solo sea un número.
No me hables de sumas, me cansé de las restas, las divisiones se han vuelto soporíferas y las multiplicaciones ya no tienen ningún sentido para mí.
Pero podemos sumar risas, encoger a las mentiras, dividir a los miedos (para así vencer), y aumentar, aumentar las experiencias alrededor del mundo. O si lo prefieres del sillón, total, la anatomía se aprende en cualquier sitio.
Había una vez dos desconocidos que se fueron a tomar un café invitando a paseo a Murphy.
Había una vez dos desconocidos que demostraron, que los complejos, son solo los números.
Autor: Jordi Carbonell Parrot
La Sandra va sortir de la botiga i va tancar la porta amb clau. En acabat, va introduir els 15 dígits que formaven la seva contrasenya i va escoltar la veu familiar de sa mare, des de l’altaveu, dient-li que la porta havia quedat bloquejada correctament. Ja s’hi havia acostumat, a sentir-la, la veu de la seva mare. Al principi, havia sigut una mica dur. Havien hagut de passar uns mesos per deixar de sentir una sotragada a l’ànima cada vegada que la veu de la persona que l’havia vist créixer, l’havia estimat i l’havia ajudat en tot, fins que un infart se l’havia endut, li confirmava que la porta de la botiga, que havien obert juntes, estava bloquejada.
La Mireia va saltar del bus quan encara no s’havia aturat del tot. Eren les 19:50 i tenia por de trobar tancat. Va córrer sota la pluja i, esquivant un ciclista, va entrar al carreró. Necessitava arribar abans que el record es comencés a difuminar. La Sandra el compraria a bon preu, si li podia vendre en les condicions que encara el tenia. Va tombar la cantonada just quan se sentia la veu: “La porta ha estat bloquejada correctament.”
- Sandra! – Va cridar la Mireia.
La Sandra acabava d’obrir el paraigua, quan un crit li va fer aixecar la vista. Sandra! Era la Mireia, una de les seves proveïdores ocasionals. Va mirar el rellotge. 19:55. La mataria. La noia s’acostava a gran velocitat i tenia les galtes una mica vermelles de l’esforç. El cabell mullat per la pluja li queia ondulat per la cara i somreia, alleujada. La Sandra no va poder evitar sentir un pessigolleig que li naixia d’un lloc que no sabia identificar del tot, però que la torbava i la posava una mica tensa.
- Sandra! - va tornar a cridar la noia, quan ja estava més a la vora. – No t’ho creuràs! El tinc, el tinc! Tinc un record verd!
No podia ser. La Sandra feia més de vint anys que es dedicava al negoci dels records. La gent que no es podia permetre activitats reals, en comprava el seu record. Els motius eren varis. Falta de temps per poder-los viure, por al risc de la vivència real, impossibilitat econòmica... De la mateixa manera, hi havia gent que es dedicava a vendre els records i se’ls coneixia com a Explorecordes.
Els records estaven classificats per colors. Hi havia els records grisos, relacionats amb temes laborals. Recordar haver estat ascendit, tenir el record de treballar en alguna cosa que et feia feliç o recordar companys de feina que no existien, per exemple. Els records liles eren molt preuats entre els estudiants i eren tots els relacionats amb el coneixement. Si bé era molt complicat adquirir coneixement real al mercat dels records, sí que era possible trobar records de temes en concret. El grup dels records blaus el formaven tots aquells records amorosos i de relacions, tant sentimentals, com amistoses o sexuals. Els vermells eren els records extrems i “adrenalítics”. Un salt amb paracaigudes, un tiroteig entre dues bandes de carrer o pujar a una muntanya russa potent, en serien bons exemples. Hi havia també els records blancs. Per estrany que pugui semblar, eren dels més demanats i eren tots aquells que es podrien definir breument com a records dolents. La mort d’un ésser estimat, un fracàs escolar, una pallissa... Hi havia una infinitat de records diferents, cadascun catalogat pel seu color.
I els records més escassos eren els records verds. Ho eren, d’escassos, fins al punt que la Sandra, en més de vint anys d’ofici, no n’havia tingut mai cap a les seves mans per vendre. Els records verds eren, per dir-ho d’alguna manera, el record més pur i profund que tenia l’ésser humà. Eren, en essència, el record del moment de néixer. Però, a més, tenien una peculiaritat. Eren els únics records que s’havien de donar de manera voluntària; era impossible arrencar un record verd sense el consentiment exprés del propietari original. La resta de records, si bé era moralment menyspreable, podien ser extrets a la força, robats. Era complicat, sí; però no impossible. Els records verds, en canvi, només podien ser transmesos a voluntat i això feia que, quan algú tenia prou ús de raó per voler-lo cedir, el record ja s’havia difuminat, contaminat. A més, eren els records més volàtils de tots. Tenien una durada de, com a molt, cinc posseïdors i, per tant, era quasi impossible poder-los revendre i mantenir-ne la qualitat.
- Em prens el pèl? – va preguntar la Sandra, perplexa.
- T’ho prometo!
La Sandra no va dir res més. Va introduir el codi de desbloqueig i va obrir, de nou, la porta. Cinc minuts després, la vida en estat pur omplia la sala de transferència i les dues noies, sense saber ben bé per què, ploraven.
Autor: Sergi Sampere
Districte Nord-est. Any 2099.
Estiu. La capa d’ozó es troba sota mínims. Només la gran membrana manufacturada manté la temperatura suportable. Un transportador elèctric estàndard els deixa a prop de l’entrada. Nerviosos, la Xènia i l’Èric s’assequen la suor dins les màquines termoreguladores, instal•lades al hall de la clínica de reproducció assistida. L’evolució en selecció genètica i procreació els permetrà decidir com la volen, incorporant el millor d’ells, sense embaràs ni part i lliurada en la meitat de temps. És la segona vegada que ho proven. La primera no va tenir èxit.
Tardor. L’absència de pluges permet gegantins drons aspersors compondre involuntaris arcs de Sant Martí, mentre escupen aigua necessària sota la membrana. Tots dos tornen a la clínica per recollir-la. Algú més els acompanya. Agafen l’ascensor i pugen fins el nivell 64. Recorren, amb una mescla d’angoixa i excitació, un interminable i colorit passadís. S’obren les portes de la sala de naixements i la Xènia i l’Èric corren emocionats a abraçar-se a la Carme 3.0. És preciosa, tot i voltar els quaranta. Saben que aquesta vegada la leucèmia no els prendrà l’amor matern abans d’hora.
En Manel s’ho mira des de la distància, tant euclidiana com emocional. Troba a faltar la Carme biològica. La que va gestar dins del ventre de la seva sogre. No reconeix aquesta nova mare, però entén la immensa buidor dels fills. Ell mai l’omplí. La pluja artificial de l’exterior impacta contra els vidres de l’edifici, del mateix mode que el cos d’en Manel destrossa amb violència una màquina termoreguladora del hall, amb la seva caiguda voluntària.
Autor: Paula Yarza Romero
Arribem amb cotxe a un barri apartat. Sense presses, el Dr. Logan em lliura els documents mèdics amb la informació de la pacient.
- A partir d’ara seràs l’Evan Glenn, el difunt xicot d’aquesta noia. T’hem configurat amb la seva exacta aparença, així que esperem que sigui tot més fàcil...
Fullejo la paperassa. Hi ha una fotografia; una noia jove, de cabell curt ondulat i ros. Infermetat actual: estrès posttraumàtic i depressió severa. Antecedents: intents d’autolesió als canells. Sembla un assumpte delicat.
M’acomiado i em dirigeixo a la que d’ara en endavant, serà casa meva. Truco al timbre, i la noia de la foto m’obre.
- Evan?! – exclama incrèdula.
S’abalança als meus braços i m’abraça amb força, sense resposta per part meva. M’esperava aquesta reacció.
- Sóc l’A.I. Maiden model 56-S73, d’ILWA Corp. Ets la Danna Cole que va sol•licitar els nostres serveis, correcte? – pregunto secament.
- Sí... Sóc jo... – assenteix, mirant-me atònita.
Em convida a passar. Estudio la casa: decoració simple i ordenada. Falta d’il•luminació. Camp de desplaçament: lliure. Se sent el xiulet d’una olla exprés...
- Ostres! - diu ella, dirigint-se a la cuina.
- Em permets ajudar-te? Els A.I. Maiden com jo podem realitzar tasques domèstiques i processar aliments d’una manera similar a la vostra. – suggereixo.
Minuts més tard, sopem i xerrem animadament. Iniciat el protocol d’empatia amb la pacient. La idea és tenir un comportament més humà per guanyar confiança. La meva biblioteca d’acudits i comentaris aguts encaixen perfectament amb el seu sentit de l’humor. De sobte, enmig d’una rialla, la Danna es queda immòbil un parell de segons.
- Danna? – la miro perplex.
- Ha, ha... Sí? – reacciona parpellejant.
- Disculpa, em temo que el meu processador primari ha patit un “overrun”.
Veient aquest petit incident, penso que hauré de contactar amb la central perquè em facin una actualització en línia durant la nit.
L’ajudo a recollir i rentar els plats. Acte seguit, em porta fins una habitació individual de la llar.
- De moment m’agradaria que dormíssim separats... M’he d’acostumar a tornar-te a tenir per casa... No et fa res, oi? – m’explica, una mica avergonyida.
- Ho entenc, tranquil•la.
- Bé, doncs... Bona nit... Evan.
Ambdós ens somriem, i em deixa sol al dormitori. Activo el mode de repòs per passar la nit.
Han passat 21 dies i 12 hores des de que vaig començar a viure amb la Danna. He notat millores respecte la nostra relació i al seu estat d’ànim. El protocol d’empatia és realment efectiu; d’alguna manera sento una misteriosa tendresa quan estic a prop d’ella.
Avui he sortit a fer uns encàrrecs al centre de la ciutat. Quan era a poca distància de casa, he vist com una furgoneta amb el logo d’ILWA Corp s’allunyava del portal. Hauran vingut a portar recanvis? O a fer-me un seguiment del procés amb la Danna?
M’afanyo a entrar. Entro precipitadament, i crido a la Danna. No obtinc resposta. On s’ha ficat? Una imatge em sorgeix a la memòria: els canells lesionats de la Danna... La cerco per tot el pis alarmat. Surto al pati de fora, i una pau interior m’envaeix quan la veig asseguda al jardí llegint un llibre. Taral•leja una cançó que escolta amb uns auriculars. Els seus dits prims acaricien les pàgines, mentre el sol brilla sobre el seu pàl•lid clatell descobert.
- Oh, ja ets aquí! – somriu ella, girant-se.
El ventre se m’encongeix, i noto vibracions al pit. El meu cos comença a moure’s involuntàriament. Sense poder evitar-ho, l’envolto amb els meus braços estrenyent-la contra mi, deixant caure la bossa del supermercat. No puc seguir les directrius. Els meus llavis parlen sols.
- Danna... No em vull separar de tu.
No... Jo sóc un A.I. Maiden, i ella una humana... És impossible, absurd.
- Evan... – m’interromp amb un fil de veu, unint els seus llavis amb els meus.
El tècnic Sean mira de reüll al Dr. Logan. Tots dos són davant d’un gran monitor.
- Sí, és el millor que podem fer per ell.- diu en Logan.
- Però... – intervé de nou en Sean, indignat – Aquest no és l’Evan! I aquella Danna és una rèplica! La verdadera ja no hi és! Porto anys treballant amb ell, i mai havíem imaginat una cosa semblant: falsificació de documents mèdics, manipulació mental... Se us està anant de les mans!
El Dr. Logan s’ajusta les ulleres i expira pel nas, amb un posat de resignació.
- Els A.I. Maiden tenen la finalitat de ser el suport emocional que els malalts mentals no tenen, substituint un ésser estimat; com una parella o un familiar. L’Evan té amnèsia psicògena per l’episodi posttraumàtic que va patir quan ella va morir als seus braços. Prefereixes que torni a intentar treure’s la vida, o que sobrevisqui en aquesta il•lusió?
En Sean no sap què contestar. Què preferiria l’Evan, si li pogués preguntar?
Autor: Alba Miró Lafont
Em dic Aina, tinc quinze anys i m’és genèticament impossible sentir cap emoció negativa. És a dir, m’és impossible no ser estrictament perfecta en tots els aspectes de la meva vida. No conec la rancúnia, la malícia, el desordre, la tristesa ni l’enveja. No sento cap tentació per fer quelcom que no sigui moralmente correcte. I he d’atrubuir-li el mèrit a l’ADN trobat a l’interior de les meves cèl·lules, que va ser modificat quan jo encara residia al ventre de la meva mare. Vaig ser un experiment, una prova fallida. Una raó coherent més donada a la ciència per a no modificar la natura, tal i com va ser creada. Perquè el que no es van plantejar és que l’ésser humà obté totes les seves virtuts gràcies a les seves deficiències. Que no hi ha felicitat sense tristesa, esperança sense desesperació, i bondat sense malícia. Així com no puc sentir cap emoció perjudicial, tampoc puc sentir-ne cap de positiva. Mai he sigut feliç, mai he sentit què és l’amor, mai he après de cap error. Així que la pròxima vegada que maleïu la vostra mala sort, que sentiu que les llàgrimes us ofeguen, que la pèrdua d’algú important per a vosaltres us causi un dolor que us cremi el pit i creieu que us engolirà, estimeu i valoreu més que mai com d’ afortunats sou de poder sentir-vos vius. Les emocions li donen un valor, un sentit a la vida.
I per això mateix sento que la meva no en té cap, de sentit. Mai descobriré el que és en realitat viure.
Les partícules daurades que pul·lulen per l’estança semblen detenir-se en el temps en el segon en el que els meus ulls s’obren de sobte. El so del despertador que hi ha a sobre de la tauleta de nit em desvetlla i trenca en mil bocins el silenci sepulcral que inundava la meva habitació. M’aixeco del llit i amb un parell de pasos insegurs arribo al finestral. Encara amb cara d’adormida, acarono suaument les persianes que bloquegen el tímids rajos de llum que entren per una escletxa de la finestra i les obro, deixant així que la cambra cobri les tonalitats de les primeres llums del dia.
A continuació torno cap al llit i m’hi deixo caure a sobre, fent alhora un repàs del que em depararà el dia d’avui: classe de química a primera i segona hora, física a tercera, matemàtiques a quarta i biologia a última.
El cos em demana desesperadament que torni a dormir i per una vegada a la vida obtingui les 8 hores de son necessàries per al correcte funcionament de les transmissions cerebrals, però el pes de les meves obligacions em fa aixecar-me i caminar cap a l’armari. A dintre hi trobo dues bruses de colors càlids, samarretes de grups de música, un vestit curt amb estampat floral i tres texans perfectament ordenats. Opto per una de les bruses i uns texans que m’arriben fins als genolls, em recullo el cabell en una cua i baixo a esmorzar.
Dono l’últim mos al meu entrepà de gall d’indi i l’últim glop al meu got de llet a les 7 en punt, com era previsible. A la meva habitació m’espera la meva motxilla, plena d’apunts escrits amb molta cura i ordenats alfabèticament, també com era d’esperar. Me la penjo a l’esquena, em respatllo una mica els cabells i surto per la porta, creient ja que per molt que desitji el contrari, el dia d’avui serà igual que la resta de dies de la meva vida; monòton, previsible, sense que cap sentiment gosi habitar-lo. Però de sobte uns riures estridents captiven la meva atenció i giro el cap en direcció al parc infantil que es troba uns metres més enllà del meu bloc de pisos. Contemplo les criatures que aprofiten el temps que els hi queda abans d’entrar a l’escola per a distreure’s una estona jugant. He crescut veient-les caure al terra i, amb llàgrimes als ulls, aixecar-se per a tornar-ho a intentar, he crescut veient la joia que reflectien les seves faccions al adonar-se de que havien aconseguit superar allò que setmanes enrere els hi suposava un gran repte, de que havien après d’un error més. I de sobte me’n adono que qui té llàgrimes als ulls ara sóc jo, que troba a faltar tots aquests petits preuats moments d’autoaprenentatge que mai he pogut experimentar, perquè mai he comès una sola equivocació. I sóc conscient per primera vegada de que una part de mi potser, i només potser, és més humana que la meitat d’éssers que així es fan anomenar, que no només es neguen a aprendre dels errors, sinó que a més tampoc els reconeixen com a propis.
Autor: Ángel Gallo Fernández
Eta besterik gabe, hasiera emango diogu lehiaketari! Gogoratu, gure bi lehiakideek handiagorantz egin behar dute. Handiena zer den adierazten duenak irabaziko du, eta lehen hitza nik botako dut. Adi, hemen doa-eta: quark!
–Mesoia.
–Barioia.
–Elektroia.
–Protoia.
–Neutroia.
–Nukleoa.
–Orbitala.
Adi! Epaileek diote eztabaidatu behar dutela! Orbitala nukleoa baino handiagoa dela onartu daiteke? Barreiatuagoa dago bai, baina… Adi… Baietz diote! Aurrera jarraituko dugu beraz!
–Atomoa.
–Elemen… Ez, barkatu. Molekula.
–Partikula.
–Zelula.
–Organismoa.
–Ehuna.
–Organoa.
–Gorputz-adarra.
–Gorputza.
–Pertsona.
–Familia.
–Arraza.
–Gizartea.
–Espeziea.
–Planeta.
Eta nahiko! Honekin heltzen gara atsedenaldira! Lehiak bide interesgarria hartu du, ezustekoren bat tarteko! Epaileek ez moztea erabaki dute, jokatzen uztea, zenbait hitz polemiko azaleratu diren arren. Bestalde, bazirudien materiaren edota materialen egituretatik joko zuela bideak baina ez, izaki bizidunetatik egin du. Herrialde edo kontinente modukoak atzean geratu dira jadanik, orain handiagoen bila egin behar! Zer izango dugu bigarren txanpa honetan? Zer aurkituko dute planeta baino handiagoa? Laster jakingo dugu, bueltan baitira gure bi lehiakideak. Besterik gabe, aurrera! Gogoratu, abiapuntua planeta da!
–Eguzkia.
–Sistema.
Kontuz berriz! Oso hitz anbiguotzat jo du epaimahaiak sistema erabakia… Hausnarketan dabiltza… Gogoratu: hitza ez bada zuzena, hots, hitzak ez badu aurrekoak baino zerbait handiagoa adierazten, galdu egingo du gure lehiakideak. Ea zer gertatzen den… Ba ez! Beste behingoz onartzea erabaki dute. Aurrera beraz!
–Konstelazioa.
–Galaxia.
–Unibertsoa.
–Dimentsioa.
–Errealitat… Ez, barkatu: erlijioa.
Beste behingoz jokoa gelditu dute epaileek! Esateko asko sor ditzake erabaki honek… baina aurrera jarraitzeko diote! Hortaz, segi! Baina nondik segi daiteke? Isiltasuna egin da gelan, zalegoa urduri eta isilik dago, ea, badirudi zerbait esango duela gure lehiakideak…
–Fedea.
Hori bai hori kolpea! Fedeaz haratago zerbait al dago?
–Zientzia.
Ez genuen hori espero! Hau da hau erantzuna! Aurre egingo al dio gure jokalariak? Adi, badirudi zerbait esatear dagoela…
–Ezagutza.
Eta epaileek amaiera deitu dute, amaitu da lehiaketa! Hau erabaki polemikoa!
Autor: Aitziber Etxeberria Garro
Emozioz dardarka esnatu nintzen. Diagnostikoaren oihartzuna nire barnean durunda jasan ezina bilakatu zen. Ondo esnatzeke, ametsen eta errealitatearen mugan, amildegiaren ertzean ikusi nuen aita. Ni haren atzean nengoen, inpotentzia lagun, erorketaren energia potentziala kalkulatzen: masa bider grabitatea bider altuera. Emaitzaren balore altuak zirrara sortu zuen nire barnean.
Amaren deiak erabat esnarazi ninduen. Berak ere ez zuen lo handirik egin.
-Zer dun dardarina? Behin eta berriro aipatu zinan sendagileak hitz hori eta ez ninan ezagutzen. -Dardarina LRRK2 izeneko geneak sortzen duen proteina bat da- erantzun nion zalu. -Gene horrek anomalia bat duenean, dardarinak ez du behar bezala funtzionatzen eta mutazio genetiko jakin hori izateak parkinsona garatzeko arrisku handia dakar.
- Baina aitak ez din mutazio hori, ez?
- Ez.
-Orduan ez dun Parkinsona.
-Ez.
- Zer gaitz din ba?
-Ez dakite. Egindako probek ez dute ezer arrarorik adierazten baina gaixotasuna aurrera doa. Ezezagunaren erreinu zabalean murgildurik gabiltza.- Hortxe bukatu zen gure elkarrizketa.
Atzera begira jarrita, badakit dardarinarena izan zela inflexio puntua. Handik aurrera egindako ikerketa guztiek emaitza berbera eman zuten: ezer ere ez. Aitaren gaixotasunak aurrera jarraitu zuen, etengabe, errukirik gabe, gure esperantzak banan-banan suntsituz. Boteretsua zen oso eta gure ezjakintasunak are boteretsuago bilakatu zuen.
Aita ere, bere gaixotasunean gero eta gehiago murgildu eta errealitatearekin, gurekin, ordu arte bere izan zen guztiarekin moztu eta aingura askatuz, berak bakarrik ikusten zituen itsaso zabal eta ilunetara abiatu zen. Orduak ematen zituen hasieran ur haietan. Ondoren, orduak egun eta aste bilakatu ziren eta itsasoa ozeano.
Berak itsaso hura nola, nik zientzia besarkatu nuen hala. Ezin nuen atsedenik hartu. Ikusten nuen ezezagunak aita nire ondotik zeramakiela, egunero-egunero aldentzen zuela niregandik eta munstro horri aurre egiteko prestatu nintzen. Entzimak, proteina ezberdinen metabolismoa, neurotransmisoreak, neuronak, botika umezurtzak, sindromeak, sintomak, tratamendu esperimentalak … Ez nuen ezer alboratzen. Gaixotasun hark eduki behar zuen zirrikituren bat eta nik aurkituko nuen.
Ez zen horrelakorik gertatu ordea. Ezta nire amak sinesten zuen mirakulurik ere. Gaixotasunak tristura ekarri zuen gure bizitzetara eta horrek etsipena.
Neguko eguerdi eguzkitsu batean, itsasoaren haserrea ikustera eraman nuen. Malekoiko banku batean eseri eta olatu handi eta zakarrei begira jarri ginen. Itsasoren sinfonia itzela zen. Atzera eta aurrera, atzera eta aurrera. Etengabe sortzen eta desegiten ziren olatuak. Txikiak, handiak, apartsuak, aparrik gabeak, ahulak eta boteretsuak. Denen patua berbera zen. Sortu, itsasertzean lehertu eta berriro ere sorburura itzuli. Hipnotizagarria zen guztiz. Bizitzaren parabola. Mekanika eta metafisika DNAren helize bikoitza bezala kiribildurik. Beso bakoitzaren izatea ezin bestearena gabe ulertu.Ez dakit zenbat denbora eman genuen fenomeno harri begira, isilik, bakoitza geure pentsamenduetan murgildurik.
-Itsasoak garuneko alfa uhinak aktibatzen omen ditu- esan nion halako batean aitari. Irakurri berri nuen artikulu batean horixe aipatzen zuten. Aita nire ondoan nuela jabetu nintzen berehala.
- Alfa uhinak?- galdetu baitzidan apur bat harriturik.
-Bai, uhin hauek erlaxaturik gaudenean sortzen dira, lokartzera goazenean, hondartzan edo mendian eguzkia hartzen ari garenean …
A! izan zen aitak erantzun zidan gauza bakarra eta gustura geundenez, itsasoari begira jarraitu genuen.
Ez da erraza betirako agur esatea. Ez gaude prestaturik, ez ni behintzat. Sendagileak aita azkenetan zela eta bere eta gure esku zegoen guztia egin genuela esan zigunean, zulo beltz batean ondoratu nintzen. Ezin nuen sinetsi. Zientziaren eta teknikaren aurrerapen izugarriak eskura izanik, nola zen posible egiteko guztiak eginak izatea? Ez zen posible. Egon behar zuen egoera aldatuko zuen zerbait. Sendagilearengana joan nintzenean, ordea, lasaigarri eta antidepresibo errezeta bat izan zen eskaini ahal izan zidan laguntza bakarra. Etxera joan eta negar egin nuen. Inoiz ez bezala negar.
Azken aldera, gau eta egun egoten ginen aitaren jiran. Ama eta biok txandanaka pasatzen genituen gauak bere ohe inguruan. Agur esan aurreko egun haiek bazuten azal ezina den zerbait berezia. Agurraren berehalakotasunak ordu arte inoiz bizi gabeko intentsitatea ekarri zuen.
Gau haietako batean, goizaldera, ezinegona nitaz jabetu eta lorik ez nuela egingo jakinda, jaiki eta zaratarik atera gabe, gurasoen saloiko apalategiak miatzen hasi nintzen. Ez nuen ezer berezirik topatzerik pentsatzen, aurkitu nuenak, ordea, zirrara bortitza sortu zuen nigan. Beheko apalean, liburuen aurrean, mila bider ikusia nuen argazki bat zegoen: ni haurra nintzela, aitarekin hondartzan. Aita irribarretsu zegoen nire ondoan makurturik, ni berriz, eguzkitik babesten ninduen txapela buruan, serio nengoen. Harritu ninduena markoan kateaturik zegoen paper zatia zen. Esku dardaratiz hartu nuen eta begien aurrean jarri. Listua irentsi nuen. Arkatzez eginiko hiru ikur zeuden idatzirik: alfa, omega eta hauen azpian olatutxo bat zirudien marra oker bat. Aitak egina zen zalantzarik gabe.
Alfa eta omega, hasiera eta bukaera. Negarrez hasi nintzen eta handik gutxira ama azaldu zen beldurra aurpegian zizelkaturik.
-Zer dun?
Paper pusketa eta argazkia erakutsi nizkion hitzik egin gabe.
- Aitak idatzi zinan orain denbora bat eta argazki horretan jartzeko eskatu. Ez nekinan zer esan nahi zinan, baina beretzako garrantzitsua zela zirudinan eta eskaturikoa egin ninan.
Aitak nik baino erantzun gehiago lortu zituela pentsatu eta malkoak lehortu nituen. Argazkia eta papera bere lekuan jarri eta aitaren ondora itzuli ginen biok.
Handik egun batzuetara hil zen gure malko eta dardara artean.
Autor: Urko Salgado Herrera
Abuztuko lehen egunetan hasi zen dena, Gasteizko jaietako egun batean. Tren geltokira heldu eta amonaren etxera joateko bidea hartu nuen. Dato kalea jendez gainezka zegoen eta Andra Mari Zuriaren plazatik geroz eta hurbilago egon, orduan eta jende gehiago pilatzen zen kaleetan. Erasmus proiektuarekin Estatu Batuetan urte bat ikasten pasatu nuen eta, dena berdin-berdin jarraitzen zuela zirudien. Hasieran ez nion garrantzirik eman aurrean gertatzen ari zenari, baina kaleko pertsonak behatuz konturatu nintzen guztiek sakelako telefonoarekin zeudela, heldu nahiz gazte, denek zeukaten mugikorra eskuetan. Batzuek argazkiak ateratzeko, besteek pasa den egunean deskargatu berri zuten jokoan jolasteko. Gazteenek ondoko lagunarekin hitz egiten zuten txat bitartez, helduagoek seme-alabei grabatutako azken bideoak edo aitaginarrebak bidalitako bideo txotxoloak erakusten zizkieten ondoko guztiei.
Amonaren etxera hurbiltzen nintzen bitartean nire burua milaka galderaz erasotua izan zen. Etengabeko bonbardaketa bat jasan nuen. Galderaz josita nengoen eta ez nuen bat bera ere erantzuteko gaitasunik. Zergatik jendeak ez du burua sega-pototik altxatzen? Zer ikusten dute plastikozko pantaila horien atzean? Igortzen dituen uhinek eta bateria osatzen duten elementu toxikoek burua xurgatu edo desegingo al zieten? Ez al dira konturatzen makina malapartatu horrek bizitza kentzen diela? Horrelako galderak etengabekoak ziren nire garunean eta nire buruak eztanda egingo zuela nabaritu nuenean, heldu nintzen amonaren etxera. Amonak beti laguntzen ninduen, eta egun horretan ere, bere janari goxoekin eta bere umore onarekin, nire burua erantzunik gabeko galderetatik aldentzea lortu zuen.
Bazkal ostean, etxeko sofan eseri nintzen eta goizean ikusitakoari erantzunak bilatzen hasi nintzen. Nik eskuko telefonoa eduki arren, kalera ateratzen nintzenean ez nuen denbora osoan eskuan eramaten. Komunikatzeko oso tresna egokia eta baliagarria iruditzen zitzaidan, baina sortzen zuen menpekotasuna izugarria zen. Asko pentsatu ondoren, hipotesi bat planteatzea lortu nuen. Mugikorrak menpekotasuna sortzen du eta horrek jendea bizitzeaz ahaztarazten du.
Huskeria iruditu arren, gai honi buruz interesatzen hasi nintzen eta, esperimentu erraz batzuei esker, planteatu nuen hipotesia frogatzea erabaki nuen. Jende desberdinaren erreakzioak, leku desberdinetan aztertu nituen. Kaletik paseatzerakoan, autobusa, trena edo beste garraio publikoa hartzen nuenean, tabernetan… Aste pare bat eman nuen kaleetan zehar jendearen telefonoaren aurreko portaerak aztertzen. Hurrengo pausoa jendearen erreakzioak, eskuko telefonorik gabe behatzea eta aztertzera izan zen. Horretarako lagunekin proba egin nuen. Asteburua pasatzera landa-turismo batera joan ginen, aldez aurretik lagunei eskatuta sakelako telefonoak ez eramatea. Horrela, bi esperimentuen emaitzak aldera nitzakeen.
Nire ondorio guztiak garbira pasatzen nenbilen etxeko txirrina entzun nuenean. Atea ireki eta bertan amona azaldu zen. Berak egindako sagar-tarta goxo-goxoa ekartzen zuen. Biontzat kafesnea prestatu nuen eta berarekin eseri nintzen.Tartaz goxatzen genuen bitartean nire gradu amaierako lanari buruz galdetu zidan. Orduantxe konturatu nintzen, proiektua hasi gabe neukala eta aste bat barru entregatu behar nuela. Zakurraren putza! Interes gehiegi jarri nuen mugikorren gai malapartatuan eta, guztiz ahaztu zitzaidan hain inportantea zen lana. Oso urduri jarri nintzen. Amonak, nire larritasunaz ohartuta, bere ahots lasai eta gozoarekin gradu amaierako lana salbatuko zuen ideia proposatu zidan. Sega-potoekin egindako ikerketa, gradu amaierako proiektu gisa erabiltzea. Hasieran txoroen ideia bat zela pentsatu nuen, baina azkenean, ideia hori aurrera eramatea erabaki nuen, datorrena datorrela. Egun horretan ere amona nire amabitxi bilakatu zen.
Amona arratsaldero etortzen zen laguntza behar al nuen ikusteko eta, buru belarri aritzen ginen ikerketaren datuak komentatzen, horrela lana aurrera zihoan. Lagunekin pasatu nuen asteburuan lortutako emaitzak izan ziren lanaren oinarri nagusia. Argi eta garbi ikusi nuen jendea mugikorrik gabe bizitzeko beldurra zeukala eta hori gertatzen zenean sintoma ugari jasaten zituztela: urduritasuna, beldurra, samintasuna… Umeetan aldiz sintomak eta beraiengan sortutako ondorioak okerragoak ziren. Txiki-txikitatik mugikorra eskuetan izateak mugikorrik gabeko bizitza bat ezinezkoa dela pentsatzea sortzen zien eta, horregatik oso gaizki pasatzen zuten. Gainera, mugikorrak irudimena, jolasteko eta kirola egiteko gogoa errotik kentzen ziela ikusi nuen. Hasierako hipotesiak esperimentuen bidez egiaztatu ondoren teoria zientifikoa borobildu behar nuen. Amonaren hitzetan, “gogozko tokian aldaparik ez”
“Mugikorrak menpekotasun handia sortzen du pertsonengan eta menpekotasun horrek gaixotasun izatera heldu daiteke. Menpekotasuna daukaten pertsonek beldurra daukate aparatu hau gabe geratzeko eta, horregatik sakelako telefonorik gabe geratzean sintoma hauek jasaten dituzte: urduritasuna, samintasuna, ezegonkortasuna… Hau ume txikiengan okerragoa da.”
Gradu amaierako proiektua aurkezteko egunean oso urduri nengoen. Baina aurkezpena egiten hasi nintzenean amonaren hitzak gogoratu nituen: “zu honetan jantzita zaude beraz urak egingo du bide!”. Dena ongi baino hobeto jardun zuen eta noski, kanpoan amona zegoen zain.
Leku askotan jendea gaixotasun honetaz diagnostikatzen hasi zen eta nire lana eredu izan zen. Nik egindako aurrerapen eta aurkikuntzei esker jende asko laguntza jaso zuen.
Hurrengo ikerketa lanari ekin nion. Egiaztatzeko hipotesia: “amona eduki” atsotitza, egia ote? Horretarako esperimentu bat diseinatu, emaitzak jaso, aztertu, ondorioak atera eta hipotesia egiaztatu edo baztertu… Baina teoria dena eta egia borobila: amona bikaina dut.
Autor: Adrián Casanova Chiclana
“VENRESACA”
Érase unha vez...Ui! Non, non, non! Así comezaban as historias cando estabamos na infancia. Mais iso queda atrás. Volvemos a comezar, desta vez sen “Big bang”.
—Alguén sabe que son os SNPs, sen consultar á velocidade da luz na Wikipedia?
Na clase respondeulle o son dos grilos cando queren casar, nas noites de verán. Os venres son duros.
—Son Polimorfismos de Nucléotido Único. Unha variación dunha única base na secuencia do ADN que... —De súpeto, a súa voz apagouse. Un asustado conserxe facíalle espaventos para que saíra.
Atopouse cunha parella da Garda Civil.
“Sabía que non debía publicar ese tweet criticando á homeopatía dese xeito. Un escándalo xusto antes de xubilarme, non está nada mal...”, pensou resignado. Para a súa sorpresa, cando se vía esposado ante centos de flashes, pedíanlle axuda para resolver un posible delito ambiental. Eran do SEPRONA.
—Nun posto de control na estrada unhas compañeiras mandaron parar a un todo terreo. Cheiraba a pescado e decidiron inspeccionar en detalle. No maleteiro baleiro había pingas de sangue e algún fragmento das aletas, escamas.... Eles dixeron que era de troita arco iris, cremos que pode ser salmón...
—Cuxa pesca está vedada.
—Co noso anterior sarxento tiña colaborado o voso Departamento nalgunha investigación...
“Fai moito tempo diso. Se a biopsia líquida existise daquela, posiblemente estaría vivo”, reflexionou taciturno.
—Trouxemos unhas mostras en etanol nesta caixa con xeo. Valerán, Carlos?
Xa no seu despacho, Carlos busca os diferentes protocolos nun cartafol, cuberto de po. “Protocolo de extracción de ADN, protocolo da SNaPshot, perfecto. Aínda deben quedar reactivos na cámara fría nun estado aceptable.”
ANÁBASE
Mergullarse en toda a información que pode estar contida no maior libro do Universo e digno das viaxes épicas da Antigüidade. Cando se decataban os nosos devanceiros que ao chegar ao horizonte da súa vista, coñecendo o seu contido e significado, había novos horizontes agardándoos. Milla a milla. Letra a letra. Todo o que estás lendo neste texto é froito da combinación de 23 letras do alfabeto galego, a enciclopedia do ADN ten catro (Adenina, Citosina, Guanina, Timina), case toda a información está aquí. Case, xa non falemos da información adicional achada cas achegas da epixenética, epitranscriptómica e finalmente a última que non derradeira epi- , campo de investigación de recente creación. Canto máis miras, máis horizontes descobres.
Carlos leva corenta anos lendo, sen pausa, un libro que sabe que nunca rematará de ler. Non lle interesa o final, senón o camiño. “A curiosidade é o motor do coñecemento” lera nun libro de Paulo Freire, cando era novo, aló no Pleistoceno.
RECEITA DE “LARBORATORIO”
Identificaran fai anos posicións no ADN, entre diferentes especies próximas, cuxas variantes alélicas están fixadas sempre. Por exemplo, os salmóns nunha posición determinada sempre tiñan adenina e a troita común, nesa mesma posición, citosina. Así con 10, 50 e 500 SNPs, como se dun panel se tratase. Un código de barras molecular basicamente. Aínda que agora quedaría máis “cool” código QR molecular.
Ingredientes:
Extracto de ADN.
“Primers”: pequenas secuencias de nucleótidos que se unirán exclusivamente ás rexións de interese do xenoma.
Rexions de interese: Onde se atopan os SNPs mil veces testados que son útiles para identificar especies sen velas. Atópanse no extracto de ADN.
TaQ Polimerasa: A sal da cociña. Ai, como non a botes! Amplifica as rexións de interese onde se uniron os “primers”.
[...]
Material:
Termociclador: O fogón do laboratorio.
Onde demo está a pipeta multicanal?
Secuenciador.
[...]
Método de elaboración:
Siga o protocolo mil e unha veces testado.
Tempo:
Vaia buscando os teléfonos de comida a domicilio.
VEREDICTO
—Eran salmóns. Son furtivos. —Musita un derreado Carlos.
—Recibido. Mañá enviámoslle a documentación que terá que cubrir.
Frótase coas mans a cara estragada polo esgotamento. Abre a ventá para recibir a cafeína do aire fresco. Morfeo baixa paseniñamente o vermello pano do acto. Escóitase o son dos mouchos de orellas, fai tempo que non se escoitan os grilos, unha pena.
Autor: Javier García Bello
Desta volta a viaxe foi máis curta. Foi xunto cos seus irmáns ata unhas células da palma da man darlles un pouco de osíxeno para que puidesen seguir a facer o seu traballo. A cambio, recibiu un pequeno lote de dióxido de carbono para desfacerse del nos pulmóns a cambio dunha nova fornada de alimento celular.
De súpeto notou unha forza que primeiro o freou e acto seguido o fixo ir na dirección contraria á que debera. Unha corrente forte fíxoo retroceder e descender, e sentiu a vertixe de caer nunha especie de piscina dun fluído transparente. O nerviosismo apoderouse del e comezou a sentirse coma se fose morrer. Pero deseguido notou un vaivén suave, e como a temperatura ía baixando aos poucos, o que fixo que se tranquilizarse ata quedar durmido...
Acomodouse no sofá, sorrindo e apoiando suavemente a man sobre o seu ombreiro, ofrecendo ao mesmo tempo seguridade e conforto. Preparou o brazo, pasando a man coidadosamente pola flexura do cóbado, coma se de un ritual se tratase. O enfermeiro, desde que o viu, leva pensando na técnica que vai empregar, na dirección que tomar, na profundidade... Nin sequera repetilo tres milleiros de veces ao ano durante case vinte fan que se confíe unha soa vez. Sabe que confiarse de máis pode levar a producir unha dor que non desexa, e que lamenta as poucas veces que ocorre, xa que a sente coma se fose propia. Así, o seu cerebro envíalle sinais constantes á súa glándula suprarrenal para ter esa pequena concentración de adrenalina no seu sangue que o mantén con todos os seus sentidos alerta, aínda que aparente completa normalidade.
Cos dedos, vai buscando unha sinal que lle indique o punto onde deixar o bisel. Rozando co dedo índice atopa o que busca, o punto exacto. A agulla entra suavemente, uns centímetros máis abaixo da zona desexada, atravesando a pel e o tecido subcutáneo: limpa así os posibles restos biolóxicos e ao mesmo tempo consegue fixala mellor mentres dura o proceso de doazón.
O fluído de vida sae a boa velocidade, por gravidade, polo tubo que une a agulla coas bolsas onde se vai recoller o tesouro vermello. Sensacións de bo facer mestúranse coas de rutina diaria mentres o doador bombea ritmicamente a súa ansia e desexo de benestar para aquel que reciba parte de si. Auga, fluído vital para todo ser vivo coñecido, entra no corpo do doador para ser absorbido e transformado en novo tesouro ao mesmo tempo que entrega xenerosamente o xa producido.
Tras a finalización, un sentimento de gratitude despide o doador mentres o seu agasallo se está a preparar para poder axudar varias vidas, persoas que por causas alleas á súa vontade non contan ou precisan parte deste tesouro entregado de forma altruísta... Logo do adormecemento, esperta bruscamente mentres volve caer ata unha especie de malla ou filtro polo que pode pasar con grande esforzo e... tranquilidade de novo... polo menos durante un curto período de tempo.
Empeza a sentir como una forza xiratoria o empurra bruscamente cara a unha das paredes. A sensación de esmagamento xunto cos seus irmáns é moi forte, pero aos poucos minutos vai cedendo e detense por completo. Agora ten menos espazo por onde moverse, pero séntese ben preto dos seus. Frío... Moito frío... Letargo... Sono de novo...
Pálida, amortuxada, esgotada, sen ánimo...
O fluído vermello vai entrando lentamente, pinga a pinga, vixiándoa a cada pouco para que non lle provoque o efecto contrario ao desexado. O sangue cheo de forza e gana percorre o corpo e fúndese nel coma se sempre estivese aí. A enfermeira fala con ela e tranquilízaa: «En pouco tempo comezará a sentirse mellor, confíe en min», dille. Ela míraa pero non pode nin forzar un sorriso. Frío e tremente vai descendendo, outra vez, pero algo cambia. Vai entrando lentamente nun lugar que de principio non recoñece, pero a medida que a súa temperatura vai subindo deixa de sentirse atordado.
Mira ao seu redor e comeza a distinguir os seus irmáns e outros seres ben coñecidos que había tempo que non vía. Unha corrente impúlsao nunha dirección e comeza a recordar, sabe de certo onde debe ir. Vai rápido ao comezo, como se a présa fose necesaria. Atravesa o corazón, bo e vello amigo: primeiro a aurícula, con algo menos de forza, e logo o ventrículo, que o impulsa fortemente cara aos pulmóns e os seus alvéolos, onde pode liberarse da carga tóxica e recibir de novo o aire da vida. A súa cor cambia e o seu humor mellora porque sabe cal é o seu traballo...
Unha luz ilumínase na porta do cuarto; a enfermeira entra preocupada e alí a ve, sorrinte de novo. E ela tamén sorrí...
Autor: Rodrigo Justo Fernández
Estaba sentado e mirábame sen dicir palabra algunha. Tiña o rostro desgarrado. Ollos artificiais, de imitación, en cada un dos cales lucía un único e cegador núcleo vermello que cravaba sobre min, agardando en silencio. Na súa mirada xa non quedaba rastro de humanidade. Aquela presenza dábame máis medo que os golpes.
A sala na que me atopaba estaba completamente a escuras, a excepción dun pequeno led do teito, que alumaba a pequena distancia que me separaba a min daquela sinistra silueta. Atopabámonos sós, sen ninguén que fracturase aquel tenso ambiente. A fin e ao cabo, ese lugar non se diferenciaba moito do mundo exterior no que viviamos, a excepción das colosais e intimidantes infraestruturas, a masificada sociedade e a cultura da libre circulación de información, “información”… iso no que terminamos converténdonos todos, información, puros códigos binarios, o criterio mediante o cal as multinacionais e megacorporacións lles dan un valor as nosas vidas, un autentico atentado contra a propiedade intelectual. Valemos o que xeramos non o que en realidade somos, esa é a única realidade hoxe en día. No meu caso, manipulei e terxiversei moita información, máis do que o goberno e as institucións podían permitir, crucei a liña, e o peso da corrupción política caeu sobre min, finalmente. A información que semellaba nos rexistros “privados” da cidadanía sobre min terminaran sendo expostos a todo o mundo e eliminados, eu xa non valía nada, xa non existía na sociedade, xa non tiña escapatoria algunha. Naquel momento quedei á mercé de todo tipo de organizacións criminais, pero eu era especial, era moi valioso, sabía cousas que ninguén máis sabía sobre os maiores peixes gordos da sociedade. Por un instante a miña cabeza sería a máis buscada do conglomerado residencial de toda a metrópoles. Como consecuencia terminei nesa escura sala, “só”, sen esperanza algunha, esperando a que me rematasen e me extirparan ata a última gota de información da cal dispoñía, esa sería a miña expiación.
Aínda podía lembrar recordos semilúcidos da miña estancia naquel lugar. Golpe tras golpe ia dexenerando a miña consistencia xunto coa cordura que se deterioraba con cada arremetida. Os seus cotobelos tiñan placas de metal adheridas á pel, non coma os brazos, estes eran completamente artificiais, biónicos, sen rastro de elementos orgánicos. Co que parecía un sistema pneumático, era capaz de estralar unha parede de formigón pola metade. Por sorte, ou non tanto, eu tiña que sobrevivir, daba por feito que me necesitaban con vida e consciencia, no seu defecto, coa mínima capacidade para razoar e poder vocalizar algunhas palabras, as necesarias. Perdera xa a conta do tempo que levaba alí, horas, días, semanas, meses, anos quizais?, quen sabe, cos estupefacientes todo era posible, inhibición da dor, estimulación das fibras musculares, segregación de hormonas de todo tipo, deterioro dos actos motrices, tiñan unha infinidade de funcións (ningunha delas precisamente beneficiosas), aínda así, eu non cedería, daría igual o que intentasen, me inxectasen ou metesen, eu non abriría a boca, non lle cedería a uns criminais o que tanto tempo estiven recollendo para pórlle fin dunha vez por todas a esta falsa e efémera seguridade que os gobernos intentan transmitirlle a toda a cidadanía.
Tras tantos golpes e escarnios, aquel home (ou o que fose) que se atopaba en fronte de min, sentado, sen abrir a boca, pronunciou as súas primeiras palabras -Está listo-, a continuación un grupo de individuos saíu de entre a escuridade da sala situándose xunto ao meu torturador. Algo me chamou a atención, algo moi característico, algo practicamente imposible de ignorar, todos eles tiñan modificacións cibernéticas, implantes, compoñentes que separaban ó orgánico do artificial. Aparentemente, sufriran moito ao longo das súas vidas e víase a simple vista que non eran medio máquinas por puro pracer, esas cibermodificacións eran necesarias para a súa supervivencia. Era obvio que alguén ou algo lles provocou esas feridas irreparables e saltaba á vista que nos seus ollos (polo menos os que aínda estaban intactos) podíase albiscar un ansia de vinganza, a mesma que eu lle gardaba ás organizacións que arruinaron a miña vida e a do resto de cidadáns. De súpeto puiden apreciar que as motivacións e ideais que nos movían a min e a ese característico grupo eran as mesmas. Cunha simple mirada e unha dedución intuitiva cheguei á conclusión de que toda tortura que sufrín era unha proba, unha moi invasiva, co único obxectivo de comprobar a miña dureza psicolóxica e moral, para comprobar que valía a pena, para comprobar que non priorizase antes a miña vida que a información tan valiosa que eu gardaba. Nos tempos que corrían, aquel era o método máis efectivo.
Un dos individuos estendeu a súa man, instintivamente estreitei a miña man xa desatada. Naquel instante iniciárase unha revolución, unha que prometería aplastar aos gobernos que tiñan supeditados á totalidade do mundo.
12 de Agosto de 1994,
El bochorno estival proclamaba a gritos la crónica de una tormenta anunciada. El parque iba quedando huérfano de niños alborotando en sus ya desgastados columpios a medida que el cielo se teñía de gris. Jugábamos a la comba cuando, de repente, una virulenta ráfaga de aire hizo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo. Sentí el roce del cemento en mis manos. Levanté la cabeza para incorporarme y me di cuenta de que mis amigas habían salido corriendo asustadas por las inclemencias meteorológicas. Todas, excepto Claudia: “¿Estás bien, Ana? corre, vámonos a casa o nos mojaremos” – farfulló dando nerviosos tirones a mi camiseta. “Sí, estoy bien, vamos” – me apresuré a contestar mientras posaba la vista en mis pequeñas y magulladas manos. Ambas corríamos agitadas rumbo a casa cuando, de repente, oí un murmullo estremecedor. Era cada vez más fuerte. Parecía un rugido. Me quedé paralizada unos segundos mientras, Claudia, ajena a mi delirio infantil, continuaba su ardua carrera temerosa de la reprimenda de su madre.
Sonaba aterrador, pero tan cautivador al mismo tiempo que no pude evitar poner rumbo a lo desconocido. Cual invidente, dejé que mi oído guiara mis pasos. En pocos segundos, tan sólo a escasas decenas de metros de donde me había detenido, había encontrado el origen de aquel sonido: el mar. El viento arreciaba cada vez más. Con esfuerzo y a duras penas, llegué hasta la cresta de la duna, que había aumentado sustancialmente su altura gracias a un sistema de empalizadas colocado años atrás. Sentí la humedad de la arena en mis pies descalzos mientras el viento hacía volar mi melena. Allí, abrumada ante tal espectáculo, me senté en posición fetal. Me sentí diminuta ante su imponente presencia. El mar parecía infinito, feroz. Había una fuerte marejada: las olas eran altas y sus crestas estaban cubiertas de espuma. El oleaje erosionaba el lecho marino, cargando el agua de sedimentos en suspensión. Los arribazones de Posidonia oceanica se acumulaban en la costa tras haber sido arrancados por el energético oleaje. En las cercanías del espigón, el oleaje se reflejaba violentamente, generando olas todavía más altas. La presión atmosférica era baja y el nivel mar había ascendido. El agua cubría parte de la playa, que parecía haber menguado.
De pronto, un fuerte trueno me hizo volver a la realidad. Un escalofrío recorrió mi pequeño cuerpo de escasos treinta kilos. Estaba completamente empapada. Si no volvía pronto a casa, mamá me reñiría. Bajé la duna por sotavento y corrí tan rápido como mis canijas piernas me permitieron. Cuando llegué a casa, mis padres no estaban. Respiré aliviada. Subí al cuarto de baño y me di una ducha calentita. Me cambié de ropa y me senté en el sofá. En ese mismo instante, me di cuenta de que ya era tarde. La escena que había presenciado esa tarde había penetrado en mi mente de tal forma que sería imposible olvidarla. Me di cuenta de que permanecer sentada en la orilla del mar, cual espectadora, era demasiado banal, anodino. Me di cuenta de que quería sumergirme en sus entrañas, desgranar sus secretos. Me di cuenta de que yo, niña de ciudad de tan solo ocho años, había descubierto hoy la grandeza del mar. Su canto: a veces acuna y otras aterra. Su aroma: inconfundible, a sal. Su energía: incesante vaivén de olas y mareas. Su vida: desde invisibles microorganismos hasta enormes cetáceos. Su historia: preservada en sus sedimentos. Su inmensidad: ocupa hasta un 75% de la superficie de nuestro planeta.
Oyó la puerta de casa cerrarse. “Mis padres deben haber llegado “– pensó. Entonces abrió los ojos. ¿Cómo era posible? Estaba en su habitación y tan sólo había sido un sueño. Había sido tan maravilloso, tan real...
12 de Agosto de 2014,
Ana salía del trabajo agotada tras una extenuante jornada laboral. Se dirigía hacia la parada del autobús mientras reparaba en la enorme cantidad de datos que se empezaban a acumular a la espera de ser procesados. Aquellas simulaciones que tanto había costado diseñar, estaban por fin generando resultados. Ya sentada en el autobús, cerró los ojos. Era 12 de Agosto. Habían pasado veinte años desde “la gran tormenta”, como ella misma bautizó. Como cada 12 de Agosto, Ana, se sintió afortunada. Y es que, en ocasiones, la vida nos enfrenta a situaciones que hacen que cambiemos el rumbo y caminemos hacia destinos jamás imaginados. A Ana, no le importaba que creyeran que era bióloga marina. Tampoco que la imaginaran cual lobo de mar buceando en Maldivas. Tampoco que no recordaran el nombre de su profesión. “¿Cómo se llama a lo que te dedicas? “ “Oceanóóóóóógrafa, iaia”. Para Ana, desde aquel 12 de Agosto, el mar es un compañero de viaje. Desde aquel día, soñar es la única manera que Ana conoce de vivir.
Autor: Luis Cuesta Domingo
Gota era una molécula de agua.
Una molécula de agua de los billones de moléculas que hay en una gota de agua, una de los billones de moléculas que hay en un río entero. Gota en este momento se encontraba en el río Pisuerga.
Gota, se estaba desplazando continuamente, completando su ciclo, y por tanto visitando numerosos lugares del mundo. Había estado en muchos países: España, Argentina, México, en los Estados Unidos, China, Japón…
Nos encontrábamos en un momento muy avanzado de la primavera, casi comenzando el verano, y cada vez hacía más calor. Iba a llegar el momento en el que se evaporaría.
El día llegó, y se evaporo al igual que muchas otras moléculas. Las nubes son gotas de agua sobre polvo atmosférico, y gota se juntaría con otras moléculas de agua en el cielo para formar una nube. Cada vez más gotas de agua se evaporaban y la nube se hacía más grande. Gota se preguntaba ¿De qué tipo de nube pasaría a formar parte? No tenía preferencia por ningún tipo en concreto, le daba igual que se tratara de un nimbo, un cúmulo, un estrato o un cirro. En esta ocasión, la tocó formar parte de un nimbo, y como es sabido es fuente de precipitaciones inminentes.
Los vientos desplazaban la nube que cada vez iba más lejos y más lejos, recogiendo a más moléculas. Llegó un momento en el que la nube era demasiado pesada, localizándose encima del océano atlántico.
La nube era tan pesada que las moléculas de agua cayeron en estado líquido al mar provocando la lluvia.
Gota, al caer al mar se empezó a mezclar con otras sustancias. Allí pasó mucho tiempo ya que los mares y océanos son el lugar dónde el agua de los ríos finalizaba su recorrido. Seguía desplazándose debido a las corrientes. A gota la encantaba ver los seres vivos que la rodeaban en el océano. Hizo amistad con un delfín, que la saludaba alegremente todas las mañanas, y con un calamar que merodeaba todos los días a su alrededor, y que más de una vez amenazó con teñirla del color de su tinta, pero no llegó a ocurrir. Pero, poco a poco, gota notaba que su temperatura iba subiendo, hasta que llegó a ocurrir de nuevo. Gota se evaporó y no pudo despedirse de sus nuevos amigos.
Gota, volvió a formar parte de otro nimbo, en el que se encontró con una antigua amiga “Water” con la que había convivido en el rio Pisuerga, pero que procedía de Reino Unido. Ambas se alegraron mucho de volver a coincidir, pero duraría poco su alegría.
La nube, esta vez se estaba desplazando hasta lo alto de una montaña. En su viaje, dentro de la nube se produjeron fuertes vientos ascendentes que arrastraban partículas a las que se adosaban moléculas de agua, entre ellas “Water”, y según ascendía por el viento, “Water” se iba congelando, hasta que la nube la expulso en forma de granizo.
Gota estaba muy triste, y cada vez con más frio, por la zona dónde se encontraba. De nuevo, la nube soltó parte de su carga, y como el frío en lo alto de la montaña era tan alto, Gota no cayó en estado líquido, sino en estado sólido, en forma de nieve.
Transcurrió el tiempo y la nieve se derritió, pasando a estado líquido, y Gota junto con muchas otras moléculas constituyeron una pequeña cascada que fue bajando, formando un riachuelo hasta los pies de la montaña.
Gota fue deslizándose por el riachuelo, hasta acabar en una pequeña charca donde los animales saciaban su sed. Veía como los animales bebían agua cada día. Un día un lobo fue a beber a la charca y se bebió a Gota. Gota pasó al estómago y cuando llegó al intestino delgado fue absorbida por el duodeno. Después pasó al plasma (la sangre) y entró en el sistema vascular. Se introdujo por los espacios intersticiales y fue absorbida por una célula.
La célula expulso sus residuos a través de líquidos. En esos líquidos estaba Gota, que fue a la sangre para ser filtrada por los riñones y evacuada al exterior a través de la orina. El lobo había orinado en medio del campo, en la tierra. Gota atravesó la tierra hasta que una planta la absorbió. La planta realizó la fotosíntesis y Gota fue devuelta, de nuevo, a la tierra. Hasta que llegó a las aguas subterráneas. Después de días y días de circular por aguas subterráneas, vio la luz, surgiendo por un manantial, lugar de nacimiento de un gran río, que desembocaba en el mar, y volvió a completar el ciclo del agua una y otra vez.
Cada vez era diferente la historia, pero siempre llegaba al mismo punto.
Autor: Marc Riera Domínguez
Ja feia un parell de dies que coincidien al metro. En Fermí s’hi havia sentit atret des de que la va veure. Ella era una fotó, amb una mirada penetrant com els raigs gamma, que vivia la vida a la velocitat de la llum. Ell era un electró, però amb un caràcter positiu i melancòlic, que vivia la vida mirant al passat.
La interacció entre ells dos era de tot menys fàcil. Cada cop que en Fermí hi intentava parlar, sentia una sotragada, com si hagués de sortir catapultat cap endavant. Acabava marejat. I a més del mareig, es notava una mica més negatiu.
Poc que sabia què fer. Va quedar amb un amic quark per afogar les penes. Era l’Encant, un quark expert en temes de seducció. Es van trobar per prendre una copa a un bar del centre, el Bohra Bohra Club.
–Noi, estic ben fotut.
–Va home, alegra aquest spin! – va buscar el cambrer amb la mirada – Ens poses un parell de copes d’entropia?
–Tots els quarks teniu aquest sentit de l’humor o només tu? – mira que els seus pares ja li havien dit que els quarks eren males companyies...
–Estàs de sort, només jo! – l’Encant es va acabar la copa d’entropia d’un glop – No és el primer cas que em trobo, saps? Conec altres partícules amb problemes com el teu.
–Ah sí? I se n’han sortit?
–Sí! Van anar a teràpia de renormalització. No facis aquesta cara home! No és res estrany. És un mètode que funciona, creu-me. Conec l’home que la fa, i és un geni. Mira, aquesta és la seva targeta.
En Fermí va llegir en veu alta la targeta.
–“Richard P. Feynman”
–El mateix. A veure, l’home està com un llum, però és un llum brillant. Si algú pot resoldre aquesta interacció, és ell.
L’endemà en Fermí va anar a casa d’en Feynman. El va trobar al jardí tocant els bongos. Aquest es va adonar de seguida de la seva presència.
–Hola! Ets en Fermí oi? Com estàs? – li va allargar la mà.
–Molt bé! Un plaer conèixer-lo, Sr. Feynman.
Feynman el va fer passa i van seure en un parell de sofàs.
–L’Encant m’ha posat al dia. Vols interaccionar amb una fotó, i no hi ha manera. Notes que et tornes més negatiu, i et mareges, com si fessis un canvi brusc de direcció. Mira, en circumstàncies normals, un electró i un fotó no tenen problemes per entendre’s. Diguem que estan fets l’un per l’altre. És la història de sempre: electró i fotó es coneixen, es muden a un orbital excitat als afores; i viuen feliços i energètics per sempre més.
–Però aquest no és el meu cas.
–Exacte, no és el teu cas, perquè estàs anant al revés. Els electrons són en general gent negativa, que va cap al futur. Però de tant en tant, hi ha algun electró que porta la contrària. Gent positiva, i que va cap al passat. És un electró que podem dir que “positroneja”.
–Ostres... i té cura això?
–Cura? Però si no estàs malalt! No et preocupis. Això de fer el positró no dura mai gaire.
–No entenc com això m’ajudarà a interaccionar amb ella.
–Un electró que fa el positró, quan interactua amb una fotó, aquest li canvia la vida. Torna el caràcter negatiu, i canvia el sentit del viatge. Enlloc de viatjar cap al passat, fa via cap al futur. Aquest és el mareig que notes.
La cara d’en Fermí era un poema. Poc que entenia res.
–Conec aquesta cara. Viatjar pel temps sempre és un embolic. Sense un mapa vas perdut. És per això que vaig inventar els diagrames de jo mateix. Va, te’n faig un en aquest paperet.
–Si el dibuix és massa gran, en aquest paperet no t’hi cabrà.
–No t’amoïnis, hi ha molt d’espai a baix de tot! – Feynman va esclatar a riure, com si acabés de fer un acudit molt graciós.
–Que està vostè de broma, Sr. Feynman?
–Sempre.
En uns segons Feynman va omplir el paperet d’eixos i fletxetes. La mà semblava guiada per una forta intuïció. Tot i no seguir cap ordre lògic, en Fermí va sentir que la resposta que oferia era correcta.
–Al principi costa de seguir, però resoldrà el teu problema. Té, et regalo el diagrama. Bona sort!
Dit i fet. Aquell dibuix va sembrar en el cap d’en Fermí la resposta a la interacció. Com si la intuïció de Feynman s’hagués desbordat del paper cap a ell.
Quan van tornar a coincidir al metro, en Fermí es va acostar a la fotó, i aquest cop la interacció va ser un èxit. Es van enamorar, i aviat van anar a viure junts. Al cap d’un parell d’anys havien construït un agradable nucli familiar, amb els seus dos fills, una neutrona i un protó.
Autor: Marc Rodríguez Portet
Solo. Así es como me sentía antes de tu llegada, completamente solo. Observaba este oscuro e inmenso espacio en el que habitamos y me cuestionaba las más retorcidas preguntas sobre su origen. Velaba estos pequeños puntos blancos que rellenan mi vista e intentaba comprender su papel en el firmamento de la existencia. Pero todo esto cambió con tu llegada. Amarilla, así te observaba. Más brillante y cercana a las demás, estudiaba con cautela tu peculiar brillo. Hiciste aparecer mariposas en mi interior, mariposas atómicas y constantes que me recordaban tu existencia y su efecto sobre mí. Cuando antes solía ojear sin anhelo los horizontes del espacio, ahora me tenías ocupado con tu belleza y elegancia. Ocupabas los minutos, las horas, los meses, años y siglos de mi tiempo, descuidándome de mis tareas como esfera de plasma. Me entristecía el fantasear de tu despedida, ese día en el que ya no te volvería a hallar en mi campo de visión. Y aunque no podía tener certeza de ese sentimiento, algo me enunciaba y aseguraba que tus opiniones sobre mí eran parecidas o idénticas. Hechos y concebidos el uno para el otro. Pero existía un impedimento en nuestra relación, nunca podría observar tu gesto, pues la distancia me concedía tan sólo tu ardiente brillo. Me armé de valor y decidí llegar hasta ti. Juré a Dios que examinaría tus más sutiles facciones y ardería en tu calor, o me atenuaría en el intento. Me atreví a explorar este espacio por ti, y decidido agrandé. Agrandé miles de quilómetros en búsqueda de poder abrazarte. Sentía los lamentos de mis hijos al ser comidos por su madre, pero tu tenías preferencia por encima de ellos, por encima de hasta mi propia vida. Lamentaba sus muertes y percibía sus rocas fundiéndose en mi interior, pero mi objetivo era mucho más avaricioso que todo el oro que ellos me concedían. Fue entonces cuando pude captar tu respuesta; me imitabas. Crecías a pasos agigantados, moldeando el tinte de tu brillo a un rojizo amenazante. Ahora, los dos compenetrados en esto, queríamos abrazarnos, rodearnos mutuamente, y fallecer en la cuna del otro. Tenía las esperanzas puestas en nuestra victoria, en un logro jamás alcanzado en la eternidad del universo. Podía sentir cómo esas mariposas cesaban y se creaba en mí un vació desolador, un vació del que podía emigrar si tu me lo pedías, si te alcanzaba. Pero desapareciste. Sin previo aviso ni señal te fuiste. Me abandonaste, solo en este oscuro emplazamiento. Perdí a tres hijos por ti, abrasé a dos más y tú me lo agradeciste desapareciendo sin más. Me hundí en el vació de mi coro, pudriéndome y consumiéndome por tu pérdida. Mis peores pesadillas se habían cumplido, y mi vida perdió todo sentido. Ya no valía la pena, no sin ti. Iba consumiendo mi masa y alcanzando mi coro. Mi brillo se disminuyó, lo noté, y estuve a punto de caer en la más oscura realidad. Hasta que te encontré. Justo antes de mi perdición, toneladas de material y energía se despidieron de mí, salieron a gran presión en una explosión de colores y tonalidades distintas, únicas en el universo. Allí estabas, en el centro de una nube de polvo parecida a una paleta de colores. Supe al momento que yo también estaba sumergido en mi propia nube. Y aunque tenía la vista empolvada, pude reconocer tu nube como las alas de una mariposa. Como las que habitaron mi cuerpo durante tantos milenios. No pude alcanzarte, no pudimos abrazarnos, pero logramos ser las dos únicas mariposas en un firmamento de orugas.
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