Galileo y la caída libre de los cuerpos
Allí estaba él, subido en lo más alto de aquella hermosa y extraña torre de mármol blanco. ¿Por qué estaría inclinada?
¿Qué estaba haciendo allí ese gran hombre, muy conocido y respetado en su época? El hombre que llegaría a ser, probablemente, el científico europeo más renombrado de su tiempo.
Su nombre era Galileo Galilei, en aquel entonces tenía unos 27 años y era profesor de matemáticas en la universidad de la ciudad italiana de Pisa, como habrás podido imaginar. Le apasionaba la física, y tenía una mente brillante. Se disponía a realizar un sencillo experimento: lanzar bolas de igual tamaño pero de distintos materiales para comprobar si aquellas de mayor masa llegaban antes al suelo.
¿Por qué quería hacerlo? Ya Aristóteles, 2000 años antes, había dicho que la velocidad de caída libre era mayor cuanto mayor fuese la masa (peso) del objeto que caía. Y, ¿quién osaría contradecir a Aristóteles? Él era la máxima autoridad en cuanto a las ciencias naturales se refería, y sus ideas habían sido aceptadas y acatadas durante siglos. Además, ¿no era muy lógico lo que él dijo? ¿No caen más deprisa los objetos más pesados?...
Pero Galileo puso en duda lo dicho por Aristóteles, y usó una nueva y revolucionaria forma de obtener conocimiento; de hecho, él fue uno de los primeros en usarla. Y en ese nuevo método la autoridad no era suficiente, ni siquiera era necesaria. Pero sí había que demostrar mediante experimentos u observaciones las ideas que se proponían, es decir, las hipótesis. Por muy lógicas que pareciesen, había que probar experimentalmente que eran ciertas. Esta nueva forma de desentrañar la naturaleza era el método científico, y los conocimientos obtenidos mediante este método constituirían la ciencia.
¿Sabría Galileo que el nacimiento de la ciencia habría de cambiar para siempre el futuro de la humanidad? ¿Lo intuiría? Por fin el ser humano podría ir más allá de la simple intuición. Vamos a ver a qué me refiero. Según tu intuición, cuando Galileo tiró desde la torre de Pisa dos bolas de igual tamaño (el de una bola de cañón), una de madera y otra de hierro, ¿cuál llegó antes al suelo? Tu contestación es tu hipótesis, lo que tú crees que va a ocurrir. Pero para la ciencia eso no es suficiente; hay que comprobarlo, mediante un experimento. Y, al realizar este experimento, voy a contarte lo que ocurrió: las bolas, a pesar de su diferente masa, alcanzaron el suelo a la vez. Esto es lo que acontece, da igual tu intuición, y no importa lo que el gran Aristóteles dijera en el siglo IV antes de Cristo.
A partir de entonces comenzaría la fascinante historia de la ciencia, la cual, entre muchas otras cosas, satisface una de nuestras grandes motivaciones... la curiosidad.
Ahora he de hacer una aclaración: algunos historiadores piensan que este experimento no ocurrió jamás (o que quizás lo realizaron los estudiantes de Galileo, o que se trató de un “experimento mental”...). Sería una pena, porque es realmente evocador. El experimento está relatado únicamente en un par de líneas de la biografía del genio italiano escrita por su ayudante Vincenzio Viviani y publicada tras la muerte de Galileo. Pero esto no quiere decir que Galileo no enunciase una nueva ley científica que describía la caída libre de los cuerpos; él sí contradijo a Aristóteles y dijo que la masa de los objetos no influía en la velocidad de caída (aceleración, para ser más exactos). Y realizó multitud de experimentos dejando caer distintos cuerpos por planos inclinados. Giovanni Battista Riccioli, astrónomo y jesuíta italiano, pretendiendo demostrar que Galileo no estaba en lo cierto, realizó un experimento consistente en arrojar objetos de distinto peso desde la torre Asinelli de Bolonia. Riccioli quería probar que Galileo estaba equivocado, y que los objetos más pesados llegarían antes al suelo… sin embargo, no tuvo más remedio que darle la razón a Galileo.
¿Qué estaba haciendo allí ese gran hombre, muy conocido y respetado en su época? El hombre que llegaría a ser, probablemente, el científico europeo más renombrado de su tiempo.
Su nombre era Galileo Galilei, en aquel entonces tenía unos 27 años y era profesor de matemáticas en la universidad de la ciudad italiana de Pisa, como habrás podido imaginar. Le apasionaba la física, y tenía una mente brillante. Se disponía a realizar un sencillo experimento: lanzar bolas de igual tamaño pero de distintos materiales para comprobar si aquellas de mayor masa llegaban antes al suelo.
¿Por qué quería hacerlo? Ya Aristóteles, 2000 años antes, había dicho que la velocidad de caída libre era mayor cuanto mayor fuese la masa (peso) del objeto que caía. Y, ¿quién osaría contradecir a Aristóteles? Él era la máxima autoridad en cuanto a las ciencias naturales se refería, y sus ideas habían sido aceptadas y acatadas durante siglos. Además, ¿no era muy lógico lo que él dijo? ¿No caen más deprisa los objetos más pesados?...
Pero Galileo puso en duda lo dicho por Aristóteles, y usó una nueva y revolucionaria forma de obtener conocimiento; de hecho, él fue uno de los primeros en usarla. Y en ese nuevo método la autoridad no era suficiente, ni siquiera era necesaria. Pero sí había que demostrar mediante experimentos u observaciones las ideas que se proponían, es decir, las hipótesis. Por muy lógicas que pareciesen, había que probar experimentalmente que eran ciertas. Esta nueva forma de desentrañar la naturaleza era el método científico, y los conocimientos obtenidos mediante este método constituirían la ciencia.
¿Sabría Galileo que el nacimiento de la ciencia habría de cambiar para siempre el futuro de la humanidad? ¿Lo intuiría? Por fin el ser humano podría ir más allá de la simple intuición. Vamos a ver a qué me refiero. Según tu intuición, cuando Galileo tiró desde la torre de Pisa dos bolas de igual tamaño (el de una bola de cañón), una de madera y otra de hierro, ¿cuál llegó antes al suelo? Tu contestación es tu hipótesis, lo que tú crees que va a ocurrir. Pero para la ciencia eso no es suficiente; hay que comprobarlo, mediante un experimento. Y, al realizar este experimento, voy a contarte lo que ocurrió: las bolas, a pesar de su diferente masa, alcanzaron el suelo a la vez. Esto es lo que acontece, da igual tu intuición, y no importa lo que el gran Aristóteles dijera en el siglo IV antes de Cristo.
A partir de entonces comenzaría la fascinante historia de la ciencia, la cual, entre muchas otras cosas, satisface una de nuestras grandes motivaciones... la curiosidad.
Ahora he de hacer una aclaración: algunos historiadores piensan que este experimento no ocurrió jamás (o que quizás lo realizaron los estudiantes de Galileo, o que se trató de un “experimento mental”...). Sería una pena, porque es realmente evocador. El experimento está relatado únicamente en un par de líneas de la biografía del genio italiano escrita por su ayudante Vincenzio Viviani y publicada tras la muerte de Galileo. Pero esto no quiere decir que Galileo no enunciase una nueva ley científica que describía la caída libre de los cuerpos; él sí contradijo a Aristóteles y dijo que la masa de los objetos no influía en la velocidad de caída (aceleración, para ser más exactos). Y realizó multitud de experimentos dejando caer distintos cuerpos por planos inclinados. Giovanni Battista Riccioli, astrónomo y jesuíta italiano, pretendiendo demostrar que Galileo no estaba en lo cierto, realizó un experimento consistente en arrojar objetos de distinto peso desde la torre Asinelli de Bolonia. Riccioli quería probar que Galileo estaba equivocado, y que los objetos más pesados llegarían antes al suelo… sin embargo, no tuvo más remedio que darle la razón a Galileo.
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