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El artificio de la inteligencia.

A mi padre, mi mayor fuente de inspiración pasada, presente y futura.
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—Mariquilla, hija, un día me tienes que explicar bien la teoría de cuerdas.

Otra noche más, con la cena a punto, sentados en el jardín de casa y el olor de los naranjos en flor recordándonos que de nuevo es primavera en Córdoba.

—¡Qué pena no saber nada de ciencia para poder entender la teoría de la atracción en la que tanto creo! Pero antes eran otros tiempos…Mi padre, tu abuelo Kiko, siempre me dijo que debía ser maestro, hacer una oposición y tener una vida mejor que la que él llevaba, trabajando de día como carpintero ebanista y de noche en Renfe.

Mi querido abuelo se une a la velada. Trae un hoyo de pan con aceite y ya se relame antes de catarlo. —Mari, chiquita, parece que va a llover, ¿te traigo un saquito?

Su voz me suena lejana.

—Papá, te lo he dicho mil veces: lo que lees en ese libro de “El Secreto”, sobre el pensamiento positivo y cómo eso influye en los resultados deseados en nuestra vida, nada tiene que ver con la teoría de cuerdas que, para empezar, a diferencia de la ley de la atracción, es una teoría con base científica, que pretende unificar las leyes de la física cuántica del mundo subatómico, con las leyes de la física clásica (ley de la gravedad). ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra?

—Ay Mariquilla, ¡cuánto tienes que aprender todavía! En este mundo todo y todos estamos conectados. Sé que soy profano en la materia pero he leído que desde que se desarrolla la física cuántica, lo que se pensaba separado, desconectado, se demuestra estar relacionado. Somos materia y energía, y según somos y nos comportamos impactamos en nosotros mismos, en los demás y en el resto del mundo.

De repente el olor a azahar se confunde con el dulce y afrutado olor a jazmín, y como tantas otras veces me parece estar viviendo un déjà vu. Me abstraigo por momentos de la conversación y vuelvo a mi infancia en Posadas. ¡Curioso el poder de la conexión olfato-hipocampo para relacionar olores y vivencias y transportarnos a otros lugares, a otros momentos!

—¡Tienes que confiar más en tu padre!— me interpela con voz firme a la vez que cálida. —Leo a tus maestros: Wolfgang Pauli y David Bohm, "el del orden implicado", defendían la sincronicidad como la unión de los acontecimientos interiores y exteriores de un modo que no se puede explicar pero tiene cierto sentido para la persona que los observa.

—Pero papá, que la ley de la atracción no tiene ningún fundamento científico, que te lo digo yo que he estudiado física.

—A ver lis-ti-lla, Newton y otros contemporáneos suyos ya hablaban de un mundo interior y un mundo exterior aunque aún no sabían que estaban conectados. Si no, ¿cómo explicas tú que los días que te levantas con actitud positiva te pasan cosas buenas y los días que te levantas con el pie izquierdo todo te sale mal? Einstein, Böhr, y otros físicos de renombre lo decían bien claro: “el observador influye en lo observado”. Lo que hay en tu interior tiene un impacto directo en lo que ocurre a tu alrededor. Mira Mariquilla, tengo la certeza de que todo ocurre por algo, hay que estar atentos, con ojos curiosos y mentes despiertas para darnos cuenta que lo que creemos casualidades son realmente causalidades. Somos energía, frecuencia, vibraciones, ya lo decía Tesla. Si entendemos esto llegaremos a una comprensión más profunda del Universo y de nosotros mismos. Somos energía y materia, materia y energía. Cuando ya no esté físicamente en este mundo, mi energía fluirá y seguiré teniendo un impacto en ti, en tus hermanas, en todas las personas que quiero y en el resto del mundo.

—¡Ay papá, no hables así!, nos quedan aún muchos años por delante y muchas conversaciones de física, de metafísica, de lo humano y lo divino, compartiendo un buen salmorejo y un valgas fresquito.

Un destello, un estruendo, cambia el viento de repente, caen las primeras gotas, se va la luz.

Oscuridad absoluta.

—¿Papá?, ¿Kiko?, ¿papá?, ¿papáaaaaa?— Y es entonces cuando caigo de nuevo en la cuenta, vuelvo a la realidad y resuenan en mí las palabras de todos los que ya me avisaban entonces: “no es buena idea; el metaverso, la inteligencia artificial, no te los van a devolver”...

Ya no huele a jazmín, ni a azahar, ya no es primavera.

Seco de nuevo mis lágrimas ya secas mientras vuelvo de otro viaje virtual, y me repito como un mantra: somos materia y energía, energía y materia, todos estamos conectados, nada pasa por casualidad…

¡Cuánto te echo de menos papá!

By Mariquilla
1/6/2023




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