El gato negro

"Cuando el profesor Erwin Schrödinger acudió al refugio de animales TierQuarTier, jamás hubiéramos podido presagiar sus perversas intenciones. De lo contrario, no habríamos aceptado con tanta facilidad la adopción de Tinker, un precioso macho europeo de pelaje negro azabache, seis meses sin suerte en adopción.

Pensamos que era una gran oportunidad ¿Cómo vaticinar tal aberración de un distinguido profesor de Física y Filosofía, tan admirado entre los vieneses?

Dentro de esta caja -según testimonio del propio Schrödinger-, se encuentra el cuerpo de Tinker. En una ampolla de vidrio, colocó a su vez una sustancia volátil venenosa, sobre la cual suspendió un martillo de un hilo, capaz de romperla y liberar tal veneno. A su vez, el martillo está conectado a un detector de “partículas alfa”, situado junto a un átomo radioactivo con probabilidad del 50% de emitir dicha partícula cada hora. Es por tanto evidente que, tras encerrar al pobre animal, sus restos mortales yacen en el interior de esta caja.

Pedimos mil disculpas por este incidente, y prometemos analizar de ahora en adelante minuciosamente el perfil de nuestros adoptantes. Descanse En Paz, Tinker."

No pude evitar estremecerme tras leer estas palabras del sepulcro de piedra, mientras acariciaba el pelaje erizado de un gato negro, que ronroneaba tranquilamente a mis pies.
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