Querido cuaderno de campo.
Fráncfort, 1660.
Querido cuaderno de campo:
Mis conocimientos en Botánica avanzan en paralelo con mis habilidades en el ámbito artístico. Mis trazos son cada vez más firmes y mi manejo de la acuarela es cada vez mejor. Las combinaciones de colores empleadas, así como el contraste de luces y sombras, dan lugar a creaciones cada vez más realistas y bellas, tal y como ha indicado mi maestro.
En cuanto a los ejemplares empleados para realizar mis pinturas botánicas, he conseguido hacerme con un número bastante bueno de especies vegetales, en su mayoría autóctonas, pero también he podido adquirir unas pocas procedentes del extranjero. Algunas de ellas ya han tenido el privilegio de ser retratadas y sus láminas ya se encuentran finalizadas. En cambio, otras esperan aún que concluya sus retratos o que los inicie. Podría parecer que este retraso en mi trabajo se deba a un arrebato de holgazanería, pero la verdad es bien distinta.
Lo que me ha impedido progresar con más rapidez en mis acuarelas botánicas es mi otro proyecto, de gran importancia para mí, como ya he relatado más veces en estas páginas. He realizado grandes avances en el estudio de los gusanos de seda que adquirí hace ya un tiempo. Sin embargo, todos estos avances han conseguido despertar en mí toda clase de preguntas y dudas.
He descrito su ciclo vital con gran precisión, tal y como solo un observador minucioso sería capaz de hacer. He sido testigo de cómo sus huevos cambian de tonalidad durante el proceso de gestación, hasta que de ellos surge una pequeña oruga, la cual, tras alimentarse vorazmente y realizar una serie de mudas, aumenta considerablemente su tamaño. La gran oruga solo entonces es capaz de realizar, con gran tesón y esmero, su capullo de seda. Tras un periodo de transformación dentro de la estructura, surge de ella un individuo muy distinto al que conformó dicho capullo; una mariposa de color blanquecino, cuerpo peludo y antenas plumosas. Las mariposas de esta especie son malas voladoras y su único propósito es reproducirse, tarea que realizan con gran apremio, ya que su vida adulta resulta bastante breve. Una vez puestos los huevos, los padres mueren y se cierra así el ciclo. Ciclo que se repetirá hasta el infinito.
Todo este proceso ha sido puesto por escrito de manera más detallada de la que se describe aquí, pero esta recapitulación rápida me ayuda a ordenar un poco más mis ideas. También he realizado algunas láminas de este ciclo vital, en las cuales he representado todas las formas que presenta el insecto, incluyendo las huevas, la oruga en sus diferentes estados de muda, las pupas, los capullos de seda y los individuos adultos.
Ahora bien, si estos insectos experimentan este proceso de metamorfosis, ¿no habrá más especies de mariposas que surjan a partir de orugas? ¿No habrá más orugas que, tras alimentarse y aumentar su tamaño, realicen una crisálida que las llevará a convertirse en una forma totalmente nueva, más adulta? Estos interrogantes llevan días rondando por mi cabeza.
Ya en su tiempo, el sabio Aristóteles afirmó que los insectos surgían del lodo, ¿y quién soy yo para contradecir a tal eminencia? Sé que los insectos no cuentan con buena fama y que han sido tachados, incluso, de haber sido enviados por el mismo diablo. Pero no puedo compartir esta opinión. ¿Cómo algo tan bello como las mariposas puede surgir del lodo? ¿Cómo pueden ser algo tan malvado?
Me angustia tener tantas preguntas y ninguna respuesta. Por ello debo hacer algo. He tomado la determinación de recolectar todas las orugas que encuentre con el fin de estudiarlas con cuidado y observar si en ellas también se produce una transformación similar a la de los gusanos de seda. Quiero poder comprobarlo con mis propios ojos, quiero obtener respuestas.
Quizás, aquellos que en el pasado se dedicaron al estudio de los insectos se precipitaran al sacar conclusiones o no prestaran la suficiente atención. O los prejuicios pudieron más que los hechos. Los más sabios también se equivocan. En cualquier caso, debo partir desde cero, debo no dejarme influenciar por nadie y debo enfocar toda mi atención en este proyecto y aportar a él una nueva mirada.
En cuanto a la Botánica tampoco pienso abandonarla. Así como las orugas de las mariposas de la seda solo se alimentan de hojas de morera, es posible que en otras especies también ocurra que sus orugas solo se alimenten de un número limitado y concreto de plantas. Esta vía de estudio también me atrae en demasía. ¿Acaso no están todas las especies vivas relacionadas?
Es momento de ser la mejor observadora, narradora, artista y, en definitiva, científica.
Firmado, Maria Sibylla Merian.
Querido cuaderno de campo:
Mis conocimientos en Botánica avanzan en paralelo con mis habilidades en el ámbito artístico. Mis trazos son cada vez más firmes y mi manejo de la acuarela es cada vez mejor. Las combinaciones de colores empleadas, así como el contraste de luces y sombras, dan lugar a creaciones cada vez más realistas y bellas, tal y como ha indicado mi maestro.
En cuanto a los ejemplares empleados para realizar mis pinturas botánicas, he conseguido hacerme con un número bastante bueno de especies vegetales, en su mayoría autóctonas, pero también he podido adquirir unas pocas procedentes del extranjero. Algunas de ellas ya han tenido el privilegio de ser retratadas y sus láminas ya se encuentran finalizadas. En cambio, otras esperan aún que concluya sus retratos o que los inicie. Podría parecer que este retraso en mi trabajo se deba a un arrebato de holgazanería, pero la verdad es bien distinta.
Lo que me ha impedido progresar con más rapidez en mis acuarelas botánicas es mi otro proyecto, de gran importancia para mí, como ya he relatado más veces en estas páginas. He realizado grandes avances en el estudio de los gusanos de seda que adquirí hace ya un tiempo. Sin embargo, todos estos avances han conseguido despertar en mí toda clase de preguntas y dudas.
He descrito su ciclo vital con gran precisión, tal y como solo un observador minucioso sería capaz de hacer. He sido testigo de cómo sus huevos cambian de tonalidad durante el proceso de gestación, hasta que de ellos surge una pequeña oruga, la cual, tras alimentarse vorazmente y realizar una serie de mudas, aumenta considerablemente su tamaño. La gran oruga solo entonces es capaz de realizar, con gran tesón y esmero, su capullo de seda. Tras un periodo de transformación dentro de la estructura, surge de ella un individuo muy distinto al que conformó dicho capullo; una mariposa de color blanquecino, cuerpo peludo y antenas plumosas. Las mariposas de esta especie son malas voladoras y su único propósito es reproducirse, tarea que realizan con gran apremio, ya que su vida adulta resulta bastante breve. Una vez puestos los huevos, los padres mueren y se cierra así el ciclo. Ciclo que se repetirá hasta el infinito.
Todo este proceso ha sido puesto por escrito de manera más detallada de la que se describe aquí, pero esta recapitulación rápida me ayuda a ordenar un poco más mis ideas. También he realizado algunas láminas de este ciclo vital, en las cuales he representado todas las formas que presenta el insecto, incluyendo las huevas, la oruga en sus diferentes estados de muda, las pupas, los capullos de seda y los individuos adultos.
Ahora bien, si estos insectos experimentan este proceso de metamorfosis, ¿no habrá más especies de mariposas que surjan a partir de orugas? ¿No habrá más orugas que, tras alimentarse y aumentar su tamaño, realicen una crisálida que las llevará a convertirse en una forma totalmente nueva, más adulta? Estos interrogantes llevan días rondando por mi cabeza.
Ya en su tiempo, el sabio Aristóteles afirmó que los insectos surgían del lodo, ¿y quién soy yo para contradecir a tal eminencia? Sé que los insectos no cuentan con buena fama y que han sido tachados, incluso, de haber sido enviados por el mismo diablo. Pero no puedo compartir esta opinión. ¿Cómo algo tan bello como las mariposas puede surgir del lodo? ¿Cómo pueden ser algo tan malvado?
Me angustia tener tantas preguntas y ninguna respuesta. Por ello debo hacer algo. He tomado la determinación de recolectar todas las orugas que encuentre con el fin de estudiarlas con cuidado y observar si en ellas también se produce una transformación similar a la de los gusanos de seda. Quiero poder comprobarlo con mis propios ojos, quiero obtener respuestas.
Quizás, aquellos que en el pasado se dedicaron al estudio de los insectos se precipitaran al sacar conclusiones o no prestaran la suficiente atención. O los prejuicios pudieron más que los hechos. Los más sabios también se equivocan. En cualquier caso, debo partir desde cero, debo no dejarme influenciar por nadie y debo enfocar toda mi atención en este proyecto y aportar a él una nueva mirada.
En cuanto a la Botánica tampoco pienso abandonarla. Así como las orugas de las mariposas de la seda solo se alimentan de hojas de morera, es posible que en otras especies también ocurra que sus orugas solo se alimenten de un número limitado y concreto de plantas. Esta vía de estudio también me atrae en demasía. ¿Acaso no están todas las especies vivas relacionadas?
Es momento de ser la mejor observadora, narradora, artista y, en definitiva, científica.
Firmado, Maria Sibylla Merian.
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